CAPÍTULO 11
–
Una muerte pausada.
Más allá de la isla de las siete cruces, sobre las rocas del ahorcado, junto al mar, no lejos de la playa más cercana, una sirena descansa, apoyando ambas manos sobre una enorme piedra aplanada, mientras escucha con atención los consejos de su protectora, la misma que cuidó de su pequeña hija cuando ella no pudo hacerlo, su fiel amiga Tuka.