Capítulo 3

Damon Lennox

Tengo una reputación que me precede. Ni siquiera fue planeada, todo lo que tuve que hacer fue ajustar cuentas con personas que habían pisoteado nuestra manada cuando mi padre era el alfa. 

No tenía conflictos con nadie, solo cuentas que saldar y que no dejaría pasar solo por perdonar y olvidar. 

Hice que mi manada fuera una de las más fuertes en todo el continente y luego los llevé a la guerra para vengar a sus muertos y poner de rodilla a sus enemigos. 

Pero para el resto, solo era un alfa cruel que ponía de rodillas a quien quisiera solo por ego. 

Pero esa reputación ayudaba demasiado cuando de infiltrados se trataba. Nadie entraba a mi manada sin previa autorización y los que lo intentaban claramente se arrepentían de siquiera intentarlo. 

Por eso me sorprendió escuchar que mi beta me dijo a través del enlace que alguien había cruzado los límites. 

No era nadie poderoso, lo pude sentir desde el primer momento porque el bosque se mantuvo en calma, igual que como estuvo durante todo este tiempo. Pero de todas formas no podía permitirme una infiltración en mi manda sin repercusiones. 

Por eso le avisé que iría tras quien estuviera en los alrededores. Pero con lo que me encontré de me dejó anonadado, en shock mientras trataba de procesarlo. 

Era una mujer, era fácil identificarlo, pero estaba cubierta de tierra, con rasguños por todas partes y muy sucia lo que camuflajeaba su olor. 

Ella se había restregado en lodo para pasar desapercibida. Pero yo podía olerla, podía sentir ese olor dulce alrededor de ella que me estaba empujando a caminar cada vez más cerca. 

Entonces lo deduje cuando un lazo invisible se creó a través de nosotros. Un gruñido escapó de mi y mi lobo gritó en mi cabeza una y otra vez esa palabra que esperé escuchar por demasiado tiempo. 

—Mía, mía.

Un nuevo gruñido escapó de mi y la vi intentar retroceder mientras sus labios soltaban una melodiosa voz que me hizo acercarme más. 

—No puede ser. 

Ella era mi mate, y por el olor que tenía claramente no era una licantropo, era una humana. 

Mi mate, la mujer por la que esperé durante los mejores años de mi vida, era una humana. 

Había tenido demasiados contactos con su raza como para saber que eran unos desinteresados, desleales, no amaban con todo el puto corazón y eran lo sufucientemente traicioneros como para clavarte una estaca en la espalda. 

Un gruñido feroz escapó de mi y ella soltó un grito de puro miedo mientras retrocedía un par de pasos. 

—Lo siento, no era mi intención entrar a tu territorio, fue un accidente, de verdad. Voy en dirección al oeste, no al norte, solo me perdí. 

Ni siquiera me cuestioné como una humana podía saber que hablaba con un hombre lobo y no un animal salvaje, pero ella claramente sabía de lo que hablaba y lo confirmé cuando colocó una de sus rodillas en el suelo e inclinaba su rostro hacia el piso mientras temblaba de nervios. 

Ella era mi mate. Y se veía tan débil y fácil de romper que me dije a mi mismo que algo debía andar mal. Mi mate no podía ser una humana, era imposible que la diosa Luna le diera a un alfa como yo una dèbil y traicionera humana.

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