Capítulo 2

Eva North 

Damon Lennox era conocido más bien como el diablo encarnado. 

Era uno de los alfas más peligrosos de los que había escuchado hablar, porque siempre estaba en guerra por alguna razón. 

Había algo en él que lo incitaba a invadir otras aldeas y manadas solo para apoderarse de ellas. Y todos sabían que había algo detrás de eso, pero nadie se atrevía a cuestionar el por qué mientras él no decidiera invadirlos. 

Era el hombre lobo más poderoso del que había escuchado hablar. 

Y aunque él nunca había decidido atacar mi aldea por los acuerdos que tenían, yo ahora estaba en sus territorios, sí, me había metido literalmente en la boca del lobo al perderme en el camino en dirección a la manada del oeste. 

Y aquí estaba corriendo por la vida que había decidido mantener al escapar de mi aldea mientras probablemente un lobo me perseguía tras enterarse de mi presencia en sus territorios. 

Estaba asustada, dios, nunca había tenido que lidiar con un alfa directamente, porque incluso en mi manada, mis padres eran los que tenían que lidiar con él, no yo. 

Sintiendo mi respiración atascarse corrí más rápido pero no valdría la pena, porque yo era humana, una humana que claramente no podría superar la velocidad de un hombre lobo. 

Mi corazón palpitaba a una velocidad preocupante, mis ojos comenzaban a lagrimear a causa de la brisa que chocaba con mi rostro. Las ramas de algunos árboles bajos chocaban con mi piel provocando rasguños y dejando sangre que sabía que olerían. 

Conocía todas las habilidades que habían que conocer acerca de los hombres lobos y ninguna de ellas me daba alguna ventaja en esta situación. 

—Más deprisa, Eva —me repetí tratando de adelantar mis pasos, pero cada vez me atrasaba más. 

No estaba acostumbrada a corretear por todo el bosque. Esto solo lo hacía con Liam y hacía demasiado tiempo que no lo veía. 

Toda esperanza abandonó mi cuerpo cuando un enorme, muy grande lobo se detuvo delante de mí a una distancia prudente haciendo que detuviera mi carrera. 

él incluso me había adelantado lo suficiente como para detenerse frente a mì y no tener que lanzarse en mi dirección para parar mi carrera. 

Mi respiración era errática mientras trataba de recomponerme, pero algo más que el cansancio y la falta de aire me hicieron ponerme en alerta. 

No solo era la presencia del lobo, había estado frente a cambia formas en múltiples ocasiones. 

Lo que hacía este suceso demasiado contradictorio era la forma en la que se estaba acercando, me miraba como si me reconociera, como si hubiera algo en mi lo suficientemente interesante como para comenzar a acercarse cada vez más. 

Y sumándole a eso estaba ese pequeño clic que hizo mi mente, mi cuerpo y mi alma. Mi piel se erizó y mis manos comenzaron a temblar mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. 

—No es posible —susurré negando mientras retrocedía, pero su gruñido hizo que detuviera mis pasos y tragara saliva rápidamente en un intento por recuperar la compostura. 

Había escuchado como muchos mates describían estas emociones. La angustia, la necesidad, el nerviosismo, el rápido latir de tu corazón y el ruido en tu mente pidiendo una sola cosa. 

No eran humanos, eran hombres lobos, pero por alguna razón yo estaba sintiendo estas mismas emociones.

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