GABRIEL SILVA
Pues sí, mi abuela tenía razón, terminé asistiendo a esa horrible y repulsiva fiesta. En otros tiempos la disfrutaría y, no lo voy a negar, no solo saldría con una chica, saldría por lo menos con cinco, pero las cosas habían cambiado. Desde que había escuchado a Celeste mencionar que Isabella se había casado, no podía ni siquiera respirar sin pensar en eso. Me sentía furioso y herido, ¿en verdad se había olvidado tan fácil de mí?
El antifaz negro comenzaba a molestarme y la insistencia de las mujeres a mi alrededor se volvía un fastidio. Mientras parloteaban de cosas que claramente no me importaban, curaba las heridas de mi corazón con algo de alcohol, hasta que de pronto la vi.
Una delicada y