GABRIEL SILVA
En cuanto me percaté de esas odiosas noticias que tergiversaron todo, mandé a que retiraran cada una de las fotos. Nadie podría subir algo relacionado a mi reunión con Celeste sin que, a los pocos segundos, le tiraran la publicación. Aceleré dispuesto a llegar a la mansión y hablar con Isabella, necesitaba que escuchara la verdad de mi propia boca.
Había rechazado la fortuna familiar por ella y no podía dejar que un chisme de este calibre nos alejara, no cuando tenía el amor de mi hijo y el de ella.
Llegué a la mansión y noté la incertidumbre, era como si el ambiente se viciara y se volviera más denso. Atravesé las puertas y todos los sirvientes se cuadraron, nerviosos y con miradas evasivas. Algo había ocurrido.
—¡Gabriel! ¡Por fin llegaste! —exclamó Eduardo con una enorme sonrisa—. Tenemos cosas importantes de qué hablar.
—¿Qué haces en mi casa? —pregunté confundido y desconfiado.
—¿No puedo visitarte? ¿He roto alguna clase de regla nueva? —inquirió divertido entre r