Farid.
INCIERTO.
Unas horas antes…
Me deslicé al castillo en horas de la madrugada mientras sentía la adrenalina correr por mis venas.
Desde hace tiempo dejé de ser cuerdo, y dejé que mis pensamientos gobernaran para darle rienda suelta a mi corazón desembocado, que no dejaba de latir por Alana.
Me escabullí entre los pasillos, y antes de pasar a mi habitación, me detuve frente a la biblioteca principal del palacio.
No sé por qué a estas horas de la madrugada mis pies se giraron para esa dirección, pero estaba caminando con apenas unas luces tenues, entre tanto me detenía frente a las pinturas que destacaban la biblioteca.
Había algo en mi mente que me decía que estaba traicionando la corona con la entrada de Alana a la realeza, pero mi corazón me decía lo contrario. Sabía perfectamente el pacto que había en mi país y que mi antepasado me estaba recalcando ahora que miraba esos ojos pintados en ese cuadro enorme en la pared.
—No fue justo… no es justo con nadie… —dije en susurro y lue