Rose se quitó las viejas pantuflas que, por suerte, eran como tipo zapatillas, si no andaría como loca corriendo descalza por el bosque.
Su tobillo palpitaba y ya pasaba de rojo a un púrpura un poco escandaloso.
Con cuidado de no resbalarse, comenzó a dar sus pasos, internándose en la fría agua.