Capítulo 0005

Olivia se despertó al otro día, sintiéndose un poco rara en todo su cuerpo, incluso con la mente un poco confundida, porque creía que había tenido un sueño demasiado intenso, pero no lograba recordar. 

No tenía tiempo para quedarse a analizar nada, se vistió porque su lista deberes era larga hoy. 

Primero comprarse algún auto de segunda mano, que la llevara a su entrevista de trabajo. 

El día anterior encontró un anuncio donde pedían a una maestra para una niña pequeña, incluían alojamiento, comida y un buen salario, vamos, el trabajo ideal y ella, probaría suerte.

Se internó en el bosque en la vieja camioneta que compró, mirando el GPS, porque solo habían dejado una dirección y sin número de teléfono.

Después de más de una hora de camino, finalmente vio una enorme mansión en el medio de un claro.

Dándose ánimos, tocó el telefonillo y dijo que venía para la entrevista como profesora. 

Todo dentro de esta increíble mansión destilaba lujos y dinero, además, casi todo era de madera y parecía que formaba parte del mismo bosque. 

Olivia se pasó como media hora hablando con una señora mayor que la atendió y le hizo muchas preguntas personales y de su experiencia laboral.

Estaba sumamente nerviosa, porque no había tenido tiempo de ejercer y experiencia mucha no tenía, pero sí unas ganas increíbles de trabajar. 

- Srta. Mitchell, aunque no tiene muchas recomendaciones que digamos, necesitamos a una maestra para Ophelia con urgencia, voy a darle unos días de prueb....

- ¿Qué haces en mi casa?!

Olivia se giró asustada y vio en la entrada de la biblioteca a un hombre de casi dos metros, pelo castaño, ojos azules que congelaban la sangre, cuerpo fornido y músculos en los lugares correctos.

Pero por muy guapo que se viera, su mala actitud y la manera amenazante en que la miraba, le quitaron todo el encanto.

- No entiendo su pregunta, ¿por qué no debería estar en su casa?, ¿acaso le hice algo, nos conocemos para que me hable con tanta confianza? - lo bombardeó con una serie de cuestionamientos, no dejándose amedrentar por ese hombretón.

A Lucian le saltó una vena de la cien de tanto que apretó los músculos faciales, su mate tenía la lengua más que afilada y definitivamente, necesitaba unas buenas nalgadas.

Nadie nunca en su vida, desde que nació, lo había cuestionado de esa forma.

La Sra. Miller a un lado, miraba divertida con el intercambio, cada vez le gustaba más esta mujer.

Sabía muy bien que era la mate de Lucian, llevaba la marca amenazante de Lugh por todo el cuerpo y ya la manada entera, debería saber de su existencia. 

Había escuchado a Lucian hace un rato, pero esperaba ver su reacción cuando oliera a su mate en la mansión y también estaba muy interesada, en que qué clase de persona sería Olivia, porque si era de las tímidas, lo tendría bastante difícil.

- ¡No sé por qué estás aquí, ni me interesa, pero te quiero afuera de mi casa ya! - le dijo tajante, ignorando las órdenes frenéticas en su mente de Lugh y sus maldiciones.

Ya bastante esfuerzo estaba haciendo él mismo, para no arrastrarla a su cama y marcarla.

Olivia no entendía por qué había despertado la ira en ese hombre, pero su voz de alguna forma se le hacía conocida y su presencia, a pesar de ser totalmente intimidante y tendría a cualquiera con las rodillas temblando, ella la sentía totalmente segura.

Algo le gritaba que este hombre que hacía el triple de ella, nunca la iba a lastimar, a pesar de que era obvio que la estaba echando de su casa.

El pecho de Olivia se llenó de una desconocida tristeza que suprimió, porque no era tiempo de uno de sus episodios de depresión.

Se despidió dándole las gracias a la señora, que claramente estaba a punto de ofrecerle unos días de prueba, antes de que ese neandertal entrara por la puerta y salió caminando decidida, sin darle ni una mirada más.

Pero al pasar a su lado, su mente recordó finalmente, dónde lo había escuchado.

- Espera, ¿eres ese prepotente que mandó a que me arrojaran el dinero por la ventana, como si yo fuera una pordiosera? – le preguntó y tuvo que subir el cuello para mirarlo a su masculino rostro.

- Escúchame muy bien, pequeña mocosa, si no quieres que te coma completamente el lobo feroz- comenzó a decirle caminando amenazante acorralando a Olivia entre su cuerpo y la pared, invadiendo su espacio personal – más te vale que dejes de hacerte la valiente y salgas huyendo ahora, que todavía te estoy dando la oportunidad.

- ¿Y si no qué? – le respondió Olivia con claro desafío, aunque por dentro no se sentía con tanta confianza y valentía.

Pero decir que tenía miedo, también era una total mentira, se sentía perturbadoramente excitada y con expectativas.

Cada día estaba más loca, no tenía pruebas, pero tampoco dudas.

- Si no, te llevaré a mi habitación y voy a castigarte hasta que aprendas a comportarte, te daré unos cuantos azotes en esas tiernas nalgas que tienes y aunque llores y me supliques, no te tendré nada de piedad- le susurró Lucian en un tono ronco y bajo, cargado de deseos y algo dentro de él, estaba desesperado porque Olivia realmente lo volviera a desafiar.

Solo buscaba una tonta justificación para quitar las restricciones que él mismo se había impuesto.

Tener su blanca piel tan cerca y su nariz oliendo su pelo, lo estaba volviendo completamente loco.

Su jean comenzaba a tensarse peligrosamente en la parte delantera.

Olivia abrió los ojos con incredulidad.

Cómo se atrevía ese hombre a decirle esas palabras tan crudas, no sabía que eso era un acoso en toda regla, pero lo más perturbador era que se moría por abrir la boca para volverlo a enfrentar y ver si realmente hacía lo que prometía.

Subió la cabeza y se encontró con la mirada abrazadora de Lucian, algo dentro de ella se derretía y lo llamaba desesperadamente, supo con seguridad que si se hacía la listilla, él iba a castigarla de verdad, como la había amenazado.

¿Por qué su tanga se estaba mojando? ¡M4ldición!

Lo empujó un poco y salió huyendo del sitio con el corazón, latiéndole como un tambor.

Necesitaba tomar aire puro, porque estaba realmente perturbada y al parecer ahora le gustaban los hombres rudos y mal educados.

Olivia se subió a su vieja camioneta y salió por la puerta enrejada que ya se encontraba abierta.

Lucian la miraba desde la ventana, con un dolor de cabeza monumental y sudando, por todo el control que tenía que aplicarle a Lugh y sobre él mismo.

Esa mujer lo iba a matar de un infarto sin duda.

- Sabes que solo estás corriendo en círculos, ¿verdad? - escuchó que Malla, el ama de llaves, le dijo y se había dado cuenta como le divertían sus desgracias.

No le respondió y salió enojado a correr por el bosque, en forma humana, porque si dejaba salir a Lugh, era casi seguro que iría a asediar nuevamente a su pareja.

El no transformarse también le estaba pasando factura y aunque podía aguantar mucho tiempo sin hacerlo, su naturaleza animal era demasiado dominante y juraría que había pasado más tiempo de su vida, en forma de lobo que como un ser humano.

No podía seguir así para siempre.

Mientras Olivia Mitchell siguiera en el pueblo, Lugh la buscaría como fuera. Estaba planteándose muy seriamente, encontrarle otra vida en una ciudad lejos.

Al parecer era maestra, quizás un buen empleo, en un lugar seguro, y lejos de su mayor amenaza, él mismo.

Olivia iba totalmente cabreada en el auto, no solo con el dueño de la mansión, sino con ella misma, por todas esas sensaciones tontas, que había sentido en su cuerpo.

No entendía por qué él la rechazaba, si ella no le había hecho nada.

¿Era de esas personas que veía a los extraños como invasores de su territorio?

Ni que fuera un animal y ella solo quería buscar una manera de subsistir y vivir en paz en este hermoso pueblo, pero algo le decía que haberse enfrentado como lo hizo hoy a ese hombre, no le traería nada bueno.

John se lo había advertido, pero ella, como tonta, hizo lo que le dio gana.

Había avanzado poco, cuando, por estar entretenida en sus divagaciones, el auto pasó por encima de una raíz que casi estaba invadiendo el camino de tierra y con un salto y una sacudida, Olivia se golpeó la cabeza contra el techo.

Lo peor fue que después de superar el obstáculo, la camioneta se quedó apagada y no arrancaba de ninguna manera.

- ¡M4ldición! - Olivia exclamó, porque esto era lo último que le faltaba, quedarse atascada en el medio de la nada, rodeada de bosques y ya atardeciendo.

No sabía nada de mecánica y, por lo tanto, no entendía qué podía haberle pasado a la chatarra vieja de su camioneta.

Volvió a intentar prenderla y no hizo ni el intento por echar a andar.

Pero lo peor de todo fue cuando abrió la guantera para buscar su móvil y pedirle ayuda a las únicas personas que conocía, Noah o John, y se dio cuenta de que había dejado el móvil en la mansión del ogro.

Pues sí, cuando fue a la entrevista lo llevó con ella y luego en su rápida huida lo dejó en la biblioteca.

Observó los dos extremos del camino solitario y era obvio que estaba más cerca de la mansión que del pueblo.

Si se iba caminando, posiblemente llegara a la taberna de noche, pero se estremeció al pensar en todas las criaturas salvajes que podrían atacarla en su excursión por la naturaleza salvaje.

Aunque su orgullo no le permitía volver a pedirle un favor a ese insufrible hombre, la razón le dictaba que, si no quería morir comida por animales, entonces empezara a caminar de regreso, para pedir ayuda.

Suspirando emprendió su retorno por el mismo camino.

Miraba los animales en el bosque y los árboles saludables y frondosos.

De repente le pareció escuchar una voz infantil cantando.

Era tan linda y armónica, que Olivia se preguntó si las ninfas del bosque de verdad existirían.

No quería ser una imprudente, pero se vio a si misma, apartando la maleza y los arbustos del bosque para buscar el origen de ese tierno canto y pronto, al apartar un gran arbusto que casi la bloqueaba completa, pudo ver en un claro a una linda niña de unos 6 años, de cabello castaño claro, con un vestidito rosa, cantando su infantil canción mientras recogía flores silvestres.

Era tan hermosa, que Olivia pensó que estaba alucinando de nuevo.

Tanto deseo tenía de ser madre, que ya estaba viendo fantasmas.

No le importaba, si era una fantasía o si estaba soñando, ella se quería engañar, quería acercarse a esa niña pequeña y ayudarla a recoger sus flores.

Pero otro detalle que no había notado, la hizo detenerse en seco aterrada.

Desde su posición más superior, porque estaba como en una pequeña colina, donde tenía una despejada visión del claro, pudo ver a un hombre oculto detrás de un árbol, vigilando a la niña y apuntándola con un tipo de arma, parecida a una ballesta.

Esa pequeña no era ninguna visión fantástica, claramente existía y estaba a punto de ser herida, mientras recogía inocentemente sus flores y cantaba.

- ¡Cuidado! – Olivia gritó.

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