De nuevo... él.
Cualquier movimiento brusco que Ethan hiciera, podía poner en riesgo la vida de su hijo.
Buscó con la mirada y de pronto vio a un vigilante cerca. Caminó hacia él con discreción, evitando llamar la atención de Jane.
—¿En qué puedo servirle? —preguntó el vigilante colocando la mano sobre su arma de fuego.
—Necesito de su ayuda. —dijo con voz baja pero intensa—. La mujer que ve allá, quiere sacar a mi hijo ilegalmente del país.
El vigilante lo observó con recelo, ladeando la cabeza.
—Señor, necesito pruebas antes de intervenir.
Ethan contuvo la impaciencia.
—Mírela —susurró señalando con disimulo—. Está nerviosa. Y en unos minutos llegará una pareja extranjera.
El vigilante dudó, pero la tensión en la voz de Ethan lo hizo asentir.
—Me acercaré con cautela.
Mientras el guardia avanzaba hacia Jane, ella lo vio venir. Su expresión se contrajo y abrazó con más fuerza a su pequeño. En ese instante, la pareja extranjera entró a la sala de espera. Ella se puso de pie con rapidez