Capítulo 40: Cordura

Solía ser una mujer tranquila, una mujer que se dejaba llevar por la corriente. Lo mío no eran las peleas, ni las confrontaciones. Pero, la cólera acumulada en mi interior con la declaración de Sarita, me tenían en esta condición. Estoy dirigiéndome con los pies pateando el piso a cada paso con ira. ¿Mi meta? Llegar a la habitación de Leandro. ¿Mi actuar? Desarmarle el teatrito barato que se había montado conmigo.

Abro la puerta sin tocar y me encuentro con que mi jefe está acompañado de una mujer rubia. Ambos están vestidos de forma ejecutiva, y separados apenas por una pequeña mesita. Su plática se detiene con mi llegada. Ambos me observan sorprendidos.

—Buenas tardes — saludo profesionalmente.

—Buenas… tardes... — contesta la mujer.

Leandro se limita a dejar de verme con incomodidad. Regresa su mirada a los papeles que tenía en las manos. Quien no esquiva su mirada de mí es la mujer en cuestión. Está estudiándome, analizándome.

—¿Eres Lucía? Leandro me ha hablado mucho de ti. Debes
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