Celeste tenía que dejar de preguntarle al universo que más le deparaba en su destino, porque con el beso de Danny había marcado el cartón lleno.
-Ten, toma este nuevo trago que está de moda, te da un golpe que se te va lo triste- exclamó Kristal, deslizándole un vaso de vidrio hacia las manos de la rubia, quien, sin chistar, tomó el trago de una sola zancada.
La bebida le quemó la garganta y le calentó el pecho, pero su angustia seguía ahí, arraigada en lo más profundo de su ser.
-Nena… ya deja esa cara larga, sos joven, tenes el mundo por delante ¡Ponele un poco de onda!
Celeste estuvo a punto de decir con su lengua afilada que las palabras de aliento que le estaba dando eran vacías y parecían sacadas de una revista barata, cuando una presencia se asomó al costado de la barra.
-Buenas noches, el mejor whisky que tengas ¿y para la señorita…?
Kristel miró divertida a su amiga y levantó sus cejas animándola a que aceptar un trago del desconocido que a decir verdad estaba muy guapo.