COLETTE
Dejo de respirar.
Roan no hace nada por cubrirse, mucho menos por negarlo o mandarme lejos por haber entrado sin permiso, no, no hace nada de eso, tampoco parece molesto, al contrario… puedo decir que parece excitado. Sube y baja la mano sobre su polla hasta que acepta que ya no hay más gotas de su semen.
—Tardaste —susurra poniéndose de pie.
A Roan no le da vergüenza que lo vean así, como Dios lo trajo al mundo que ahora lo detesta. No quiero detallar su cuerpo, pero es imposible no hacerlo, y como siempre, es perfecto, su polla se endurece de un modo que apunta a una sola dirección, a la mía.
—Yo estaba buscando algo en la cocina, cuando… —mis palabras son atropelladas.
Roan parece no querer escucharme, lo sé porque enseguida se pone de pie y merma el espacio que hay entre los dos. Me sostiene por los brazos y me obliga a mirarlo fijamente a los ojos.
—Sabes, estaba pensando en ti mientras me masturbaba —me estrecha contra su cuerpo.
—Roan, suéltame —exijio tratando d