André miró por décima vez el mensaje de Samara cuando se hicieron las siete de la noche.
“Te extraño”
Apretó su móvil y luego lo tiró en la mesa.
No iba a caer en su juego dulce y envolvente. Y aunque había querido saber de su abuelo durante el día, se obligó a no llamar, para aislarse de Samara tanto como pudiera.
—¿El chofer pregunta si deseas irte ya a la casa? —Connor entró inquiriendo, pero André negó.
—Dile que se vaya, tomaremos un auto del estacionamiento para ir a otro lugar…
—¿Qué otro lugar? —preguntó Connor tenso, pero fue muy fácil entender a qué lugar, cuando André posicionó los ojos en él.
Ya no iba a entrometerse en sus decisiones, así que asintió, y puso su celular en la oreja, para darle la orden al chofer y que este se fuera de inmediato.
Una hora más tarde, estaban saliendo del edificio Roussel, y fue el mismo Connor que se puso en el volante, cuando André le pasó una dirección, de un lugar escondido al ojo público.
El celular vibró en su mano, y en la pan