CAPÍTULO 52: “VIOLÍN BIEN AFINADO”.
Veo pasar un taxi vacío y le saco la mano.
Pasa de largo.
Es de noche, ya tengo hambre, estoy cansado y encima ningún taxi se detiene.
Veo otro taxi, el hombre también me está mirando, así que le saco la mano, llamándolo.
El taxista me mira y parece que va a detenerse, pero lo veo mirar a algo detrás de mí y en lugar de detener el auto, acelera.
Miro hacia atrás y me doy cuenta de que fue un gran error.
— ¿Perdido?—pregunta uno de los hombres.
Dios mío… ¿La inseguridad jamás se acaba?
Continúo caminando y sus pasos siguen escuchándose detrás de mí.
Mis nervios aumentan a niveles asombrosos.
— ¡Ríndete de una vez, amigo!— grita uno de ellos, detrás de mí y siento cómo me ponen una mano en el hombro, sobre el saco.
—Detente y no te golpearemos. —ofrece el otro y automáticamente, detengo mis pasos.
Al detenerme, siento cómo me toman de los brazos y comienzan hurgar en mi traje, revisando los bolsillos.
Uno de ellos me arranca el maletín de la mano y yo me enojo.
—Yo te lo podía entregar