— ¡¿Está bien?!—pregunta una voz que se me hace conocida.
La luz me ciega durante un par de minutos y yo siento cómo algo se interpone entre la luz y yo, haciéndome sombra.
—Señor, debe decirme cómo se siente… Llamaré a emergencias una vez que me diga…—repite la voz, sonando preocupada.
—Estoy bien, sólo siento mucho dolor en la cabeza. —murmuro y escucho que alguien suspira.
— ¿Cómo no va a sentir dolor con semejante golpe?—pregunta otra voz.
— ¡Abran paso, que traigo el botiquín!—grita una voz que suena más adulta.
Me siento un poco desmayado, así que a pesar del dolor que me causan los movimientos, soporto porque no tengo fuerzas para luchar con nada ni nadie.
Escucho palabras de aquí a allá mientras recibo la atención de las que parecen ser las manos de un hombre rudo, por la forma brusca en la que manipula y me aplica las cosas.
Me dan algo de beber que es dulce y yo gustoso lo ingiero todo.
—Creo que con esto vas a reponerte un poco. —dice y abro los ojos suavemente, acostumbrán