Tan bonita, tan sensual, tan hermosa mi chica
Seducido por tu mente, por tu encanto y tu sonrisa
Te convertí en mi sueño, en mi realidad, mi mejor amiga
Depositaria de mis secretos, conocedora de mis cuitas…
Jeremy observó desde una de las ventanas de su recién decorada casa a Jennifer, que llegaba de uno de los extremos del jardín examinando junto al jardinero los diferentes parterres de flores. Tenía jardín también, pensó, y se dio la vuelta para mirar los nuevos muebles y el decorado de la sala.
La casa parecía otra, ella le había cambiado sólo el decorado, pero a veces no reconocía nada en ella, y no porque le disgustara o la sintiera ajena; cada día que pasaba era más suya, más de los dos. Por dentro y por fuera, la casa había cambiado mucho. Los colores, los muebles, la armonía que se respiraba… incluso el personal parecía otro, eficiente y solícito. No había siquiera que llamarlos, parecían adivinar que los necesitaban, y allí estaban.
Su ropa siempre estaba limpia, ya no se ar