Capítulo 8
—Eyolf, ¿a veces no quisieras detener el tiempo? —pregunté a mi esposo, que se hallaba concentrado mirando su teléfono. Él alzó la mirada y con los ojos entre abiertos interpeló.
—¿Por qué la pregunta? —quiso saber. Y era algo obvio, pues la cuestión se basaba en nuestra hija, mi esposo me conocía lo suficiente como para saber hasta lo que pensaba, sin necesidad de recurrir a los dones de usaban con otros lobos, a pesar de que ellos no podían leer la mente de los humanos, y dabas gracias por eso.
—No lo sé, es solo que… —hice una pausa dirigiendo la atención en dirección a la puerta por donde salió nuestra casi mayor de edad hija.
—Sé lo difícil que puede ser Moon, pero es algo completamente natural, Fleur crecería en algún momento—explicó tranquilo, a veces me cuestionaba tanto su serenidad, debido a que un tiempo de nuestra juventud él había perdido su horizonte, quizás por lo ocurrido con su padre, o el hecho de casi perderme una cuarta vez.
Flashback.
El otoño asomaba