Sam cerró sus ojos y correspondió a su beso, estremeciéndose al sentir aquella caricia.
—No te vayas —solicitó colocando sus brazos alrededor del cuello de él.
—Si me quedó a tu lado, no me voy a resistir las ganas que tengo de hacerte mía —refirió con sinceridad.
Samantha mordió sus labios al escucharlo; sin embargo, se sentía intranquila, era como una especie de mal presentimiento que la rondaba.
—Recuerda que hay menores de edad en casa, y está Gaby también —indicó y lo miró a los ojos.
—No sería la primera vez que Gabriela nos escucha. —Ladeó los labios, divertido—. Tendrías que jadear bajito— Refirió.
Sam sonrió al oírlo, y negó