El sacerdote se aclaró la garganta, por lo que la pareja dejó los murmullos y enseguida se colocaron en sus respectivos lugares.
—Hermanos, estamos reunidos esta mañana de sol radiante para celebrar la unión ante Dios, de Óscar y Samantha, quienes han afirmado venir libre y voluntariamente este día para unir sus vidas —expuso observando a los jóvenes con una cálida mirada, entonces solicitó a los presentes tomar asiento.
Sam inhaló profundo, observó a su marido con la mirada iluminada, entonces tomó asiento junto a él, en las sillas vestidas de blanco para escuchar la ceremonia.
Luego que el sacerdote empezó a hablar, los novios y los invitados escuchaban atentos las palabras del clérigo.
Samantha presionó con delicadeza los dedos de su novio, giró su rostro para mirar a Óscar, entonces dejó que sus azules ojos hablaran por ella:
«Nada, ni nadie, podrá separarnos, lo juro» sentenció en su mente.
El sacerdote procedió con las preguntas de rigor, hasta que el momento esperado por l