Estamos casi toda la mañana con mi padre. Quise hacerle compañía todo el tiempo que pude. En ocasiones lo extraño mucho, sobre todo cuando tiene bastante trabajo y nos puede visitar poco.
El viaje hacia la casa comienza silencioso, ni Robert decía una sola palabra, ni yo tampoco. Temo mucho decir algo y arruinarlo todo. Prendo la radio porque tanto silencio me está incomodando ya.
	-	Debo decir que has cambiado mucho –me dice Robert al fin
	-	¿Qué? ¿A qué te refieres?
	-	Tu padre dijo que eras una buena chica, yo no creo que eso siga siendo así
	-	En mi defensa tengo que decir que yo siempre he sido buena, soy un ángel al que dos demonios han corrompido –al escuchar mis palabras él se ríe a carcajadas
	-	¿En serio? No sabía que yo podía llegar a ser tan mala influencia
	-	Créeme, lo eres
	-	Pues quiero decirte que me gusta mucho más esta versión tuya; una buena chica que hace cosas malas en secreto
	-	No se te ocurra soltar eso delante de nadie –le advierto porque sé que muchas veces