NAYA
Mi madre gritó cuando mi última maleta estaba cargada en la parte trasera del Rover de mi padre. Por suerte, Mara comenzó a llorar sin razón aparente, lo que nos hizo reír a todos, aparte de Lance, aligerando el estado de ánimo.
Me senté con Mara junto a la ventana. Me molestó un poco que no se sentara a mi lado.
—Espera, ¿no quieres sentarte al lado de Mara? — Me preguntaba mirando la tarjeta de embarque.
—Tenemos algo de logística que revisar de la reunión antes de anunciarla a la manada—. Max respondió con una sonrisa. Le entrecerqué drásticamente los ojos.
—¿En serio? Mara, pregúntale por qué no está sentado a tu lado—. Los Mates no podían mentirse entre sí.
—¿Por qué no estás sentado a mi lado? — Me puso el codo en el hombro.
—Tenemos cosas que revisar—. Lance respondió esta vez haciéndome que mis ojos se convirtieran en hendijas.
Le pregunté a Mara mientras los chicos se dormían un rato en el avión. Parecían agotados. Según Mara, siempre hablaron telepáticamente durante su