El aire en la casa se sentía distinto después de la confrontación con Victoria. Una tensión sutil flotaba en el ambiente, como si las paredes aún resonaran con las palabras dichas. Alexandro no habló mucho en el camino de regreso, pero su mano nunca soltó la de Vanessa. Era un gesto pequeño, pero reconfortante. Sabía que ella aún estaba procesando lo que había sucedido, que las piezas del rompecabezas se movían en su cabeza tratando de encontrar sentido a todo.
Cuando llegaron a casa, Mariana y Sofía ya estaban esperándolos en la sala, claramente ansiosas por noticias. Habían pasado la tarde debatiendo qué podría haber ocurrido, haciendo apuestas sobre cómo reaccionaría Victoria y preparando algo de café para la inevitable conversación.
—¿Cómo les fue? —preguntó Mariana, cruzándose de brazos. Su pie golpeaba el suelo con impaciencia.
—¿Victoria confesó? —añadió Sofía, inclinándose un poco hacia adelante, con los ojos brillando de expectativa.
Vanessa suspiró, dejándose caer pesadament