Colton detuvo el auto frente al edificio y giró el rostro hacia Piper. Ella dormía profundamente; un suave resoplido escapaba de sus labios. Con el ceño relajado y la respiración lenta, parecía casi inofensiva. Era difícil creer que fuera la misma mujer que, hacía menos de una hora, parecía querer matarlo.
Estiró la mano hacia ella para acariciarle el rostro, pero se detuvo antes de rozarle la mejilla.
Una vez más, no parecía ser dueño de sí mismo cuando se trataba de ella.
Desvió la mirada hacia el parabrisas y observó el edificio frente al que se habían detenido. Era de ladrillos, de unos cinco pisos. No estaba en la zona más peligrosa de la ciudad, pero sí era un lugar modesto y un poco descuidado.
Volvió a mirarla y dudó entre despertarla o dejarla dormir un poco más. No podía quedarse allí hasta que amaneciera, pero la idea de sacarla de ese estado le resultó extrañamente incómoda.
—Piper —la llamó en voz baja—. Piper —repitió un poco más alto, procurando no ser brusco.
Ella se r