Llegamos al local y aunque sigo sin estar convencida, entramos. Nathan llena algunos papeles y pide dos armas iguales a las que usamos. Tomamos nuestros lugares, nos ponemos los lentes de seguridad y los auriculares.
Nos preparan las láminas y él empieza a disparar primero mientras yo lo miro atenta.
—Tú turno —me señala al acabarse las balas.
Intento tomar aire y enfocar los tiros para disparar. Termino con las balas y al revisar las láminas, Nathan dio en el blanco en todos los disparos, mientras yo, solo acerté uno y no tengo ni la menor idea de a dónde se fueron los demás tiros.
—No puedo —bufo, no estoy hecha para eso.
—Pasaste el curso, en algún momento lo hiciste bien —se coloca a mi espalda y pone su mano sobre mi abdomen haciendo presión.
El hormigueo que provoca su mano, me distrae aunque no quiera, recarga el arma y me acomoda en posición de disparo, siento su respiración sobre mi oído.
—Enfoca el tiro, no dispares con miedo, piensa que ahí está el enemigo y si