Por Elizabeth
Estoy realmente desorientada, cuánto más la observo, menos puedo creer que mi marido me haya dejado por ella.
-Por tu culpa no nos casamos todavía.
Insiste.
La miré nuevamente con una sonrisa.
Si esta es la mujer por la que me cambio, ya debe estar arrepentido y por lo que ella me dice, él no debe estar enterado que vino a verme.
Sino, no hablaría de los papeles del divorcio.
-Señorita, le pido que se retire, no tenemos mucho de qué hablar usted y yo.
Esta mujer no puede ser la que Gonzalo tiene a su lado, por la que me dejó aquella noche, creí que se iba a presentar ante mí, alguien especial, bueno sin dudas, ella es especial…
-Yo le doy lo que vos nunca le diste y los mejores tríos y de vos ya se olvidó.
Sin contestarle, intenté cerrar la puerta de la calle.
Me pone un pie y la empuja.
En ese momento se abre la puerta del garaje y entra el auto de Lucía, quien se apresura a bajarse del auto.
Sin entrar, queda detrás de esa mujer.
-No me cierres la puerta en la cara, ma