—¡Tíaaaa! — me saluda animada Amy.
Me inclino hacia ella para corresponder al gran abrazo que me quiere dar. Lo atesoro tanto, y beso su cabecita. Amy no estaba sola, está con Amanda. Desde que el peligro acabó, Amy ha estado con su madre.
—Hola Marianne…
—Hola… pasen… — les invito a las dos.
Amanda