—¿Mataron? ¿No se suicidó? ¿Lo admites? — pregunto con la voz rota.
—Fue una amenaza, esa gente es peligrosa. Yo no… yo no…
—¿Y no llegaste a pensar que pude ser yo a la que encontrarían muerta de haber aceptado tus acciones, papá? — pregunto con el corazón totalmente roto.
Sergio me ve de la misma