¿Desde cuándo comes tan poco? – La voz de Stefano llegó a sus oídos y aunque hubiese preferido no contestar, sabía que se vería como una chiquilla. Así que se obligó a hacerlo.
No tengo mucha hambre. – respondió sin apartar la vista de la pantalla.
No me gustaría que cayeras desmayada antes de dar el “sí quiero” – Se burló él. Ella levantó la vista por fin de la pantalla y lo miró fijamente.
Sería una buena manera de poner fin a esta locura ¿no crees?
No volveremos a esa conversación. – Anunció tajante – Desmayada o como sea, te aseguro que estarás casada conmigo en pocas horas.
No puedo esperar… - Dijo ella con sarcasmo y falsa alegría.
– Ordenó.
Ella retiró su plato negándose a obedecer y se enfocó de nuevo en la pantalla, despreciando la deliciosa ensalada, que de pronto se le antojó. Stefano seguía observándola y cuando estaba segura que se levantaría y la obligaría a comer, una llamada la salvó de lo que pensaba ocurriría. Casi inmediatamente vio como él se sumergía en una conve