No te tengo miedo Troyanos, que no pase por tu cabeza semejante pensamiento. Porque también haré de todo por quedarme con Maddie. Te ofrecí permanecer con la custodia compartida.
¿Le llamas compartir a ver a mi hija de vez en cuando?
Dije que podías hacerlo cuando tú quisieras y pudieras, pero veo que eso es de vez en cuando ¿no?
Quiero a mi hija y a su madre en mi casa. – Dijo determinante.
No lamento decir que eso no sucederá.
Espero puedas con lo que tú misma has provocado. Será divertido ver como regresas suplicando piedad y entonces tendré que decirte que no.
¿Sabes? Algo me dice que alguien pedirá piedad como tú dices, pero no seré yo. Puedes apostarlo.
Así que… ¿Quieres apostar? – La pregunta la hizo con un brillo y un gesto malicioso que advirtió Jackie, pero no se dejó amedrentar.
Está bien ¿Qué propones? – Agregó en un arranque.
El que pida piedad aceptará hacer todo lo que él otro quiera. – El brillo en los ojos de Stefano hacían ver ese par como dos pozos de plata brillant