Sebastian Goldberg
Vuelvo a mirar hacia la puerta, esperando poder mirarla entrar, pero ya lleva veinte minutos de retraso y no aparece. Ajusto mi corbata, nervioso. Me provoca ansiedad, pero tenía que buscar respuestas, y luego…finalmente seguiría con mi vida. O lo que sea que tuviese en este momento.
—Tranquilo. —escucho a mi oído susurrar. Me tenso, con un movimiento lento, giro mi rostro hacia ella, ella sonríe a medias, usa una peluca negra, alcanza a poner su bolso en la silla a su lado, deja sus codos en la mesa y deja recargada su barbilla en sus manos. —Te ves ansioso.
—No, no tengo por qué. —ella tuerce sus labios, se retira sus lentes de sol y finalmente puedo ver sus ojos. —¿Y la niña? —ella desvía su mirada hacia el florero en el centro.
—Tu hermano está cuidando de su hija, —regresa su mirada hacia a mí. —Po