Pero a él que más le daba que todos se enteraran que la había besado, al final era un simple beso que no se volvería a repetir.
—Claro. Mi amigo Jack a usted le gusta esa mujer, desde que la viste te gusto es mejor que no te lo niegues a ti mismo.
—Y que si me gusta, es una mujer hermosa.
—Claro que lo es. ¡Bueno ya me voy deben estar esperándome ya!
¿Qué podría hacer? Evitar a esa mujer o seguir molestándola para ver a donde iba a parar todo aquello, no es que se quejara porque besarla y tocarla le despertaba el instinto salvaje que llevaba por dentro. Deseaba hacerle el amor a Megan.
—¡Oh que hermosas son! Exclamo Melisa ante la belleza de las dos yeguas que tenía delante.
—Si Rodrigo son muy bellas, ¿y son mansas?
—Claro que sí, les tra