Con ese clima tan terrible ese día, si realmente le rompieran las piernas, tan solo podría regresar arrastrándose... Eso sería definitivamente enviarlo a la muerte. La mansión estaba ubicada en una zona de casas muy lujosas, si él quisiera salir, tendría que pasar por una larga carretera donde de vez en cuando aparecen bestias salvajes... De esta manera, antes de poder alejarse, terminaría hecho jirones...
¡Ese maldito canalla del Andrés Martínez! Realmente era un hombre sin piedad...
Aún podía sentir el intenso dolor en su rodilla, por lo que podía imaginarse la fuerza que Andrés había usado para golpearlo.
Andrés bajó las escaleras y se fumó rápidamente un cigarro, esperando a que se le pasara el olor al tabaco, volvió de nuevo a subir a la habitación.
Al final del tercer piso, la delgada figura de Luna estaba parada frente a la ventana. El viento frío soplaba incesante, levantando su larga cabellera.
Andrés se le acercó y escuchó la voz un poco débil de la joven:
—¿Cuándo dejarás d