Mientras Leonardo limpiaba con cuidado la sangre de su rostro, se quitó la mascarilla y sonrió maliciosamente.
—No mereces saber quién es él.
Luna respiró con fuerza, sintiendo como si la cabeza se le estallara. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a toser violentamente y la sangre brotara desesperadamente de su boca.
Al ver a Luna en ese estado, Leonardo no parecía estar nervioso. La observó en completo silencio tan solo como un espectador, viéndola sufrir en agonía debido a la enfermedad. Cuando consideró que era el momento adecuado, le dio dos pastillas y la observó fijamente hasta que se recuperó por completo, luego la trasladó de inmediato a una habitación común.
Después de salir del quirófano, Andrés lo interrogó.
—Dime ¿Qué le pasa realmente?
Leonardo le dirigió una mirada despreocupada con una sonrisa bastante burlona:
—Según las reglas del hospital, solo los parientes directos o el cónyuge tienen derecho a conocer la condición médica de la paciente. Entonces, ¿qué tipo