Sergio se dirigió hacia la calle y vio a alguien jugando con un mono. Se detuvo por un momento para observar con detenimiento. Alguien le arrojó dinero en el plato. El pequeño mono levantó el plato lleno de dinero y se lo entregó al dueño. Todo el dinero entró en el bolsillo del hombre.
Había un peatón, le entregó dos billetes al mono, y el monito tomó el dinero luego se inclinó ante el cliente en señal de agradecimiento.
Luna de repente se interesó muchísimo y le preguntó:
—Sergio, ¿si crees que el monito puede entender lo que la gente dice?
Sergio le lanzó una mirada de incredulidad… La agarró del cuello obligándola a irse.
Luna le exclamó:
—¡Qué haces! ¡Quiero seguir viendo el mono!
—Es solo un estafador nada interesante.
—Pero nunca había visto algo así antes.
Al escuchar esas palabras, Sergio se detuvo de repente. Preguntó:
—¿De verdad quieres verlo?
Luna contestó:
—Sí, solo un rato…
—Vale, te acompaño, como máximo durante cinco minutos, ¿de acuerdo? De lo contrario, no podremos t