Adolfo caminaba discretamente detrás de Luna y le dijo:
—Señorita García, siendo la señorita de la familia García, es mejor que mantenga su carácter fuerte para evitar que algunas personas se lleguen a aprovechar de usted y salga perjudicada.
Adolfo siempre hablaba directamente y nada escapaba a su mirada. Luna le sonrió ligeramente y afirmó con la cabeza, diciendo:
—Tiene toda la razón.
—Tanto el señor como yo esperamos que usted se cuide bien y no sufra más daño. —continuó Adolfo.
En ese momento, el corazón de Luna se encogió, ¿qué quería decir con eso? ¿Acaso él lo sabía todo?
Isabel miró por el espejo retrovisor y vio que Luna se subía a un lujoso coche. En Astraluna, poca gente podía tener un coche así.
Álvaro se sentó en el asiento del conductor y Isabel preguntó:
—¿Luna no va a regresar con nosotros?
Álvaro abrochó su cinturón de seguridad y respondió:
—La señorita tiene algunos asuntos que atender, así que primero te llevaré de regreso.
—Gracias.
Si Luna hubiera sido tan obedie