Después de perder a su padre y a su pequeña hermana en un trágico accidente, Diego Ragno se encierra en si mismo y en su trabajo. Se dedica por completo a ejercer su trabajo como abogado siendo el mejor del país. Pero aquella dedicación le cuesta años de su vida volviéndolo más frío y carente de sentimientos, hasta que llega a su vida una pequeña niña que pone su oficina, su casa y su mundo de pies. Alba es tan solo una niña de 8 años, es la hija de la secretaria de Diego, Gisela es una habilidosa asistente que sabe bien como manejar el mal genio de su jefe, sin embargo, esta eficiente trabajadora tiene una vida bastante complicada con su hija. Su pequeña sufre de una enfermedad que provoca que tenga ataques respiratorios, por ende, la cabeza de Gisela vive en dos mundos diferentes. Sin embargo, los días que su hija está bien debe llevársela a su trabajo a escondidas de su jefe. Pero este secreto dura poco cuando Alba y su felino se aventuran en una travesura y terminan conociendo a Diego precisamente en su oficina, el CEO impresionado por ver a una niña y su gato en su bufet no haya que decir. Desde ese momento la vida de Diego, Alba y Gisela se unen sin siquiera saberlo…
Leer más—Gisela, debes estar tranquila. Sabes que este comportamiento es perfectamente normal en Alba.
La castaña siente luego de escuchar las palabras de Walker, sin embargo, no se sentía para nada tranquila cuando su pequeña hija sufría ciertos ataques que la dejaban mal. No soportaba ver a su hija sufriendo.
—Debes esperar que Alba sea atendida, estará bien, te lo prometo.
—Esta vez ha sido más fuerte que las otras veces.
—Sabes que estos episodios son distintos, no podemos predecir como será el siguiente Gisela. No ganas nada con ponerte nerviosa.
—Ne me pidas que me tranquilice, mi hija esta allí dentro luchando por su vida, es tan solo una bebé Walker —levanta la mirada para ver al doctor ante ella.
—Te he dicho que ya la estabilicé, debes calmarte.
La mujer baja la mirada una vez más, no entendía porque le tenía que pasar una cosa como esa a una pequeña niña.
—Yo debería de estar en su lugar, ella no tiene por qué pasar por esto, no se lo merece —añade soltando lagrimas sin poder detenerla.
El doctor siente mucho la pena de Gisela, no podía hacer otra cosa que tratar de calmarla. Se arrodilla a su lado y toma su mano mientras que la ve llorar desconsolada.
—Necesitas ser más fuerte para alba, Ella depende mucho de ti Gisela ¿lo comprendes?
—Si.
Walker asiente, luego mira la hora en su reloj fijándose que tiene que hacer algunas rondas, mira a Gisela y frunce los labios.
—Debo hacer mis rondas, ordenare a una enfermera para que venga y te lleve con Alba, ¿de acuerdo?
—Gracias Walker.
Al cabo de algunos minutos Gisela ingresa en la habitación que le fue asignada a su hija, al mirarla toda pálida en la cama su corazón se arruga. Sus labios comienzan a temblar sintiendo esas terribles ganas de llorar.
Cubre su boca e intenta ser fuerte para que su pequeña no la viera derrotada. Cierra los ojos y trata de respirar.
—Mami…—escucha una dulce voz que la hace abrir los ojos y justo en ese momento una lagrima se le escapa que limpia enseguida —. Mami, ¿Qué haces allí?
—Hola pequeña, ya has despertado —se aproxima a la cama a medio iluminar rogando al cielo que su hija no notara que estuvo llorando.
—Mami, quiero ir a casa ahora.
—El doctor Walker dijo que tendrás que dormir esta noche aquí, si mañana todo está bien podremos regresar.
Alba guarda silencio mientras que observa a su mamá, se sentía tan triste porque sabia que su mami estuvo llorando por mucho tiempo. No le gustaba cuando lo hacía, ella se entristecía mucho cuando enfermaba.
—Lo siento mami —Gisela ensancha la mirada —. Te hice llorar, lamento no haberte hecho caso. Seguí saltando en la cama y me canse, lo siento.
Gisela no logro contener las lágrimas y rompió a llorar como una pequeña niña, le había tocado muy duro su rol de madre. La enfermedad de su hija la absorbió por completo, todo su mundo giraba en torno a Alba.
Y escuchar que ella le pedía disculpa por hacer una travesura común de niños le partía el corazón, su hija no podía hacer ningún tipo de actividad forzosa puesto que luego se ponía mala y terminaban en el hospital.
—No, no, no digas eso mi amor. No hiciste nada malo.
—Te hice llorar mami, lo siento mucho—le dice la pequeña llorando igual que su madre.
—Está bien, todo estará bien —Gisela comienza a limpiar sus lágrimas con amor —. Mañana volveremos a casa y todo estará olvidado.
Sin embargo, Gisela no paraba de llorar. Deseaba poder ayudar a su hija, quería que llevara una vida completamente normal, pero eso no era tan fácil como ella anhelaba.
—Mami…—la niña mira a su madre fijamente —. No quiero que llores más por mí, ya no quiero que lo hagas más.
—No lo haré mi amor —aunque sabia que era una promesa que no podía cumplir, cada episodio de su hija la ponía muy mal.
—Mami, mientes muy mal —termina por decir justo cuando Alba vuelve a quedarse dormida.
Gisela observa a su hija dormir con tanta paz que la reconforta. Sin embargo, vuelve a soltar lagrimas sin parar las cuales limpia en seguida, era tan difícil lo que estaban atravesando ambas. Pero necesitaba ser fuerte y afrontar lo que viniera.
La madre quita algunos mechones de cabello de la cara de su hija percibiendo que aún seguía muy pálida, en eso alguien entra en la habitación de su pequeña que la lleva a levantar la mirada. Al mirar al doctor su rostro cambia.
Limpia sus lágrimas cuando él ingresa en el cuarto.
—Se ha dormido, eso es bueno, necesita descansar mucho.
—¿Pasará toda la noche con el respirador?
—Es necesario que lo use al menos por unas horas más, su problema respiratorio fue bastante fuerte esta vez. No quiero arriesgarme a que tenga otra complicación por la noche.
—Entiendo… —la madre mira a su hija respirar con aquella cosa en la cara, era tan pequeña para estar así —. ¿Me la podre llevar mañana a casa?
El doctor levanta la vista para ver a la madre de Alba, soltaba lagrimas sin parar.
—Si amanece todo en orden, si, podrán regresar a casa —Gisela asiente mientras que limpia sus lágrimas —. Gisela…
—¡Lo sé!, ¡lo sé, doctor! Tendré más cuidado con ella, no la dejare hacer tantas travesuras.
Walker aprieta la mandíbula, Gisela era una madre muy cuidadosa, sin embargo, eso no era lo que quería decirle. No obstante, no creía que ese momento fuese el indicado para hablar con ella. Lo mejor era dejarla sola con su pequeña.
—Llámame si necesitas algo. Estaré de guardia toda la noche.
—Gracias.
Gisela levanta la vista para mirar al doctor de su hija, luego lo ve salir y es cuando ella suelta el aliento contenido.
[…]
Al día siguiente Gisela abre los ojos y rápidamente recuerda que se encontraba en el hospital de niños con su hija, la madre se levanta abruptamente para ver a Alba quien se encontraba sentada en la cama mirando hacia la ventana.
—¿Alba? —llama su atención, la niña voltea a verla y sonríe dulcemente.
—Hola mami, buenos días —nuevamente aparecen esas mejillas sonrojadas en su hija que le daban tanta alegría a su madre.
—¿Has dormido bien?
—Eso creo, ¿ya podemos regresar a casa, mami?
—Bueno hija yo…
—Buenos días.
El doctor ingresa en el cuarto de Alba salvando a su madre de tener que mentirle a su hija, ambas le sonríen al médico cuando este las mira.
—¿Has tenido una buena noche, Alba?
—Eso creo.
—Te vez mejor.
—¿Puedo irme a casa?
—¡Alba! —su madre interfiere.
—Por supuesto, ya puedes regresar.
Madre e hija miran al doctor con felicidad, pero sobre todo Gisela se sentía feliz de que su hija pudiera abandonar el hospital. Ese día tuvieron suerte ya que en varias oportunidades Alba tenia que quedarse por muchos más días en observación.
—Vez mami, ya podemos irnos. Quiero ver a mi gatito, debe extrañarme mucho.
—Si, claro que si mi amor.
Gisela mira al doctor quien asiente y le sonríe, significaba que su bebé estaba bien. O bueno, al menos había superado ese episodio espantoso.
Mientras que Gisela recoge las pertenencias de Alba, la pequeña hace sus rondas por el hospital como de costumbre. Le gustaba despedirse de sus amigos, lo que no podían salir del hospital. Al primero que fue a visitar fue a Richard era un niño de su misma edad, bastante parlanchín.
—¡Alba! ¿Qué haces aquí? —la niña se da la vuelta para ver a la madre de Richard —. ¿Has venido a ver a mi hijo?
—¿Se encuentra aquí?
—Se lo han llevado para hacerle unos exámenes, lo traen en poco tiempo.
—No creo que mi mami quiera esperar tanto, ya estoy por salir.
—Me alegra mucho que sea así, espero que no tengas que regresar más.
Alba permanece callada, ella sabía que eso no era posible. Siempre iba a estar regresando al hospital causándole mucho dolor a su madre.
—Siempre tendré que estar viniendo a este lugar —responde entristecida —. Pero es algo bueno, porque poder ver a Richard —añade levantando la mirada para ver a la mujer ante ella.
Los ojos de la madre de Richard se nublan en cuestión de segundos, pero trata de no llorar delante de ella. Hacia lo mismo con su hijo.
—Le daré tus saludos, sé que se emocionara al saber que has venido.
—Si, gracias. Adiós.
La madre la ve alejarse y sin poder evitarlo comienza a llorar, ver a niños tan pequeños sufrir era muy difícil, sobre todo para sus madres.
Alba sigue sus rondas para visitar al resto de sus amigos… para cuando termino de hacerlo, la niña abandona una habitación y mira desde lejos a su doctor. Ya no llevaba la bata del hospital, también quería despedirse de él.
Camina hacia él notando que estaba hablando con la muchacha de recepción. Llega a su lado tomándolo por el borde de su saco, el hombre baja la mirada para verla con los ojos muy abiertos.
—Ya me voy, gracias doctor me siento mejor gracias a usted, lo quiero mucho.
La niña se da la vuelta para regresar a su cuarto y marcharse con su madre, entre tanto él la observa desde la distancia entre tanto una sonrisa se asoma en sus labios.
[…]
—¿Ya te has despedidos de todos tus amigos?
—Si, ya podemos irnos mami.
—Muy bien, vamos a casa.
—Nube debe tener mucha hambre, pobrecita mami.
Su madre asiente, toma las cosas y se encamina con su hija fuera del cuarto deseando no volver a regresar a ese lugar.
[…]
—Señor Ragno, ya lo están esperando en la sala de juntas.
Diego escucha atentamente a su secretaria, pero sus ojos estaban puestos en aquel documento que le había llegado justamente en ese momento. Se preocupo por la noticia que le dieron, pero no podía hacer otra cosa que seguir adelante y concentrarse en su trabajo.
—Si, estoy listo —responde seriamente.
Se pone en pie tomando sus cosas para dirigirse a la estúpida junta que solo era una molestia para él. Esa mañana se encontraba bastante irritado.
Después de largas horas de estar escuchando hablar a sus socios, Diego da por finalizada la junta. Por dentro sentía gran alivio de no tener que seguir allí sentado escuchando a toda esa bola de idiotas hablar de algo que él ya sabía.
Al quedarse solo en la sala de juntas suelta el aliento contenido ya que se quedó solo, pero su felicidad se arruina cuando su secretaria hace acto de presencia.
—Señor Ragno —la oye y siente que la sangre le hierve.
—¿Qué demonios quieres Patricia? No puedes dejarme solo al menos por un momento, siempre tienes que estar molestándome —el CEO se pica el puente de la nariz sintiéndose muy frustrado.
La mujer se tensa ante el agresivo carácter de su jefe, Patricia retiene las ganas de salir corriendo para ir a llorar al baño, pero se lo aguanta puesto que no podía perder su empleo, aunque este fuese de suplente por ese día.
—Disculpe señor Ragno, pero es que el señor Allen está aquí y quiere verlo.
Diego abre los ojos y se queda callado, no deseaba ver a Henri, ¿para qué demonios había ido a su empresa? Solo era una molestia.
—Lo vere en la oficina, ya vete.
—Si señor.
El CEO se pone en pie para dirigirse hasta su oficina, tensa la mandíbula al mirar la puerta de su despacho. Pero finalmente ingresa en el mismo observando a Henri observando unas fotografías en su estantería.
—No te han dicho que es de mala educación humear las cosas ajenas.
—¡Vaya! Si que estas de malas hoy.
—¿Qué demonios quieres? No quiero verte hoy —camina hasta su escritorio para sentarse.
—Soy tu amigo, solo he venido para ver como estabas. Se que lo de…
—¿Te he pedido que digas algo al respecto?
Henri se queda callado, lo mira por encima de su hombro percibiendo que se encontraba furioso.
—Se que estas por aquí, no puedes esconderte de mí bola de pelos destructora.Diego estaba bastante enojado con esa bola de pelos, mira que venir a destruir la silla de su despacho. Sin duda alguna ese felino la tenía agarrada con él. Camina con cuidado dentro de su despacho para tratar de no poner en alerta al gato.—Nube, ¿dónde estás? Tengo para ti una rica comida.Muerde sus labios al mismo tiempo que se asoma por debajo de la mesa, pero no estaba, frunce el ceño afinando la mirada al mismo tiempo.—Bola de pelos.—¿Qué haces, papi? —la voz de su hija lo sobresalta y alza la mirada por encima del escritorio.Al ver a su hija parada bajo el marco de la puerta con el gato en sus manos, el CEO afina la mirada al mirar a aquella bola de pelos naranja. Lo estaba observando como si en los brazos de su hija estuviera seguro.—¿Qué haces allí?—Buscando a esa bola de pelos —en ese momento el gato le muestra los dientes y este frunce los labios.Desde que Albany creció el gato se hizo un fi
La pareja se separa y sonríe al ver a Henri ingresar en la habitación.—¿Por qué estoy en una habitación de niño?—No hubo tiempo de trasladarte a mi clínica, era mejor aquí que en otro lugar.—¿Cómo has hecho todo esto, Henri? Lo de Alba, lo de…—calla sus palabras puesto que le dolía pensar en ella.—Ella hablo conmigo, me pregunto muchas cosas sobre tu enfermedad y la de ella, y termino por decirme que si le sucedía algo que te donara el órgano que necesitabas.Diego baja la mirada, era una niña astuta, siempre lo pensó desde el primer momento que la conoció. Pero nunca se imaginó que llegara a tanto.—Cuando el momento llego, supe lo que tenía que hacer. Gisela debía autorizarlo, y lo hizo… era la voluntad de Alba, no era la ninguno de ustedes dos.La pareja asiente entendiendo que Henri como doctor estaba en su obligación de cumplir con la voluntad de un paciente.—Alba no era tu paciente.—Pero era mía —aparece Walker —. Henri me contó la idea de mi paciente y yo le practique todo
A Gisela le tiembla todo el cuerpo cuando oye a su hija hablar, era como si estuviera despidiéndose. La madre mira a su doctor y este mantiene una seriedad que la aterroriza.—Walker…—pero el doctor no le responde —. Alba, Diego…—Mami, Diego ¿pueden darse un beso?Los adultos se miran y luego a la niña, aunque en esos momentos aquello era inapropiado, era necesario.Diego rodea la cama para tomar a Gisela por la cintura y propinarle un beso en los labios que ella recibe con gusto.—¡Es un beso de amor! —musita la niña sonriente —. Doctor, ¿sabe porque es de amor?—No lo sé, Alba.—Porque es en la boca —sonríe con dulzura mientras que mira a su madre y al que consideraba su padre —. Me hace feliz ver a mi madre y a… mi papá enamorado.Y luego de esas palabras Alba comienza a reaccionar y a tener otro ataque respiratorio. En ese momento Henri entra en el cuarto para asistir a su hermano.Diego sujeta a Gisela para alejarla de la cama mientras que los doctores comienzan a ayudarla a res
Ese maldito hijo de puta.—Alba está enferma, esa impresión puede… puede…Diego no la deja terminar hablar cuando ya la está abrazando para hacerla olvidar esos pensamientos que él mismo estaba teniendo. Sin embargo, bate aquellas ideas absurdas para reemplazarlas por la posibilidad de que Alba este bien.—Si te ha pedido dinero es porque Alba está bien, quizás no ha sufrido ningún ataque —Gisela asiente, más no se siente tranquila.—Tengo que encontrarla.—Yo la encontrare, te lo prometo.Se aleja un poco de ella para besar sus labios con ternura, mira los llorosos ojos de Gisela y siente mucho pesar en su corazón. Muerde levemente sus labios para luego acunar las mejillas de Gisela.—Voy a dar con ella y la traeré a casa, por favor, necesito que te calmes.—Pero él quiere mucho dinero.—Le daré todo el dinero que quiera, pero traeré a Alba a casa.Se pone en pie para luego sacar su móvil y empezar a hacer algunas llamadas, era un abogado reconocido y respetado, sus clientes no eran
Luego de que Alba subiera al coche, la maestra noto que el chófer no se había bajado como lo hacía siempre, y justo cuando intento avanzar hacia el auto este arranco tan rápido que la asusto y se sorprendió por la velocidad que empleo para mover el coche.De inmediato corrió al interior del colegio para notificarle a su madre de lo sucedido, no era normal que un chófer corriera tanto con un cliente y más si este era un niño.Entre tanto Mauricio acelera el coche para llevar a la niña lo más lejos posible.—¿No piensas decir nada? —la mira por el retrovisor notando que ella lo estaba viendo con los ojos bien abiertos —. ¿no sabes quién soy verdad? Estoy seguro de que tu madre no te ha dado muchos detalles de mí.Mauricio niega mientras sigue conduciendo el coche, le había resultado muy difícil deshacerse del maldito chófer, necesitaba alejarse lo más que podía del centro si no quería perder la oportunidad de estar con esa pequeña.—¿Quieres saber quién soy? —Alba niega mientras que mir
Entre tanto Alba y su maestra comenzaban a impacientase, hasta que la niña observa que de un coche se baja su doctor y sonríe.—¡Es mi doctor!—¿Segura? —la maestra frunce el ceño cuando ve a aquel hombre con ropa de hospital acercarse a ellas.—Disculpen la demora, soy Henri, amigo de Diego y Gisela, ellos no pueden retirar a Alba en esto momentos.—¿Alba? ¿Tu doctor no se llama Walker?—Él es su hermano gemelo maestra, yo pensé que era mi doctor.La mujer ensancha la mirada y asiente al mismo tiempo. Termina por entregarle la niña a ese sujeto y los ve subir al coche para luego irse.—¿Qué ha pasado con Diego? Quedo en venir a buscarme, ¿Por qué no ha venido? —Henri guarda silencio —. ¿le paso algo? —iba a tener que llevar a Alba al hospital ya que la casa de Diego estaba muy lejos.—Vamos hacer una parada antes, Diego está en mi oficina resolviendo unos asuntos legales del hospital, él se encargará de llevarte a casa, ¿está bien?La niña mira al doctor con ojos llorosos, algo dentr
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