Capítulo 22

Cuando Dimitri tomó mi mano frente a todos esos periodistas, sentí que mi mundo daba un giro inesperado. Su tacto era cálido, firme, y por un momento, olvidé dónde estábamos. Su disculpa pública, la forma en que me miró... Era como si todo lo que había reprimido durante semanas saliera a la superficie de golpe.

Y luego, me besó.

No fue un beso apresurado ni calculado. Fue un beso sincero, lleno de emociones que no había visto venir. Me quedé sin aire, no solo por la intensidad, sino por lo que ese gesto implicaba: Dimitri estaba rompiendo las reglas de nuestro acuerdo, y yo, para mi sorpresa, no podía estar más de acuerdo con eso.

Cuando nos separamos, los flashes de las cámaras y el murmullo de los periodistas me devolvieron a la realidad. Mi rostro seguramente estaba rojo, pero mantuve la cabeza en alto. Dimitri aún sostenía mi mano, como si temiera que me fuera a alejar.

—Gracias a todos por venir —dijo él con voz firme, ignorando las preguntas que llovían desde la multitud—. Esto
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