Anónimo

Como siempre que salían juntos, Vik no deja de tocar, besar y mimar a su mujer marcando su territorio y dejando bien en claro quién es el único que puede tenerla. A Nick por supuesto le causa gracia saber lo posesivo que es su hombre y lo tontito que puede llegar a ser, cuando su vientre esté enorme nadie la mirará.

―¿Por qué te miran tanto? ―Gruñó molesto, odia las miradas sobre su mujer, él mismo se fantaseaba mil y una cosa cuando la miraba y no eran nada, sabe a la perfección lo que esos hombres piensan. ―El embarazo te ha sentado demasiado bien. ―Apretó la mandíbula.

―¿No has considerado que me miran por lo pegado que estás de mí? ―Lo miró riendo. ―O quizás sean mis ojos extraños, no necesariamente me ven con lascivia. ―Rodó los ojos.

―Soy hombre, Yannick, fuiste mi asistente y sé perfectamente lo que despiertas en los demás. ―La miró serio.

―Vale, no te vayas a enojar porque después me enojo yo. ―También lo miró seria. ―No puedes hacer que las personas no me miren, no puedes
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