Capítulo 935
—¿Sr. Pedro?

—¿Jefe?

Al ver al hombre corpulento frente a él, Pedro no pudo evitar sorprenderse.

Porque descubrió que el emisario detrás del león salvaje resultó ser Orlando, quien antes había vendido el Sutra de Jade.

—Sr. Pedro, quién lo diría, qué coincidencia encontrarnos de esta manera.

Orlando sonrió, cambiando su frialdad y severidad por una expresión benigna, similar a la de un Buda sonriente, aparentando ser inofensivo y amable.

—Jefe, realmente eres un libro cerrado —Pedro entrecerró los ojos—. He oído que la lista clandestina tiene tres grandes emisarios, cada uno con habilidades extraordinarias, capaces de todo, y nunca imaginé que tú fueras uno de ellos.

—Solo es ganarse la vida, no es nada del otro mundo —Orlando sonrió, haciendo un gesto con una mano—. Por favor, Sr. Pedro, tome asiento.

Pedro no se hizo de rogar y tomó asiento con naturalidad.

—Sr. Pedro, hoy derrotaste a Omar, y con el título de joven gran maestro, realmente has conmocionado al mundo, lo admiro mucho.

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