—¿Qué? —Pedro frunció el ceño ligeramente y retrocedió un paso, aumentando la distancia.—Puedo no revelar tu identidad, pero sería mejor que te comportaras; estaré vigilándote.
—¿Vigilándome? —Zoraida mordió su sensual labio rojo.—Voy a darme una ducha en un rato, ¿quieres seguir vigilando?
—¡Loca!
Pedro, sin ganas de seguir la conversación, simplemente pasó junto a ella y subió las escaleras para descansar.
Por el momento, se podía afirmar que Zoraida no tenía intenciones hostiles, pero con ese tipo de mujer, lo mejor era mantenerse alejado y ser cauteloso.
Una noche sin incidentes.
Al día siguiente, por la mañana.
Mientras Pedro y Lizbeth hacían su entrenamiento matutino, un coche negro se detuvo repentinamente frente a la puerta.
La puerta del coche se abrió y Cristian, con una cara radiante, entró.
—Pedro, felicidades, felicidades —Tan pronto como Cristian entró, hizo una reverencia con las manos juntas y sonrió—. Los resultados del examen de ayer ya están, has sido seleccionado ex