—¡Maldita mujer! ¡Voy a matarte!
Guillermo tocó su rostro ardiente, hirviendo de rabia, y se abalanzó hacia adelante.
Leticia reaccionó rápidamente y propinó una fuerte patada en la entrepierna de Guillermo.
—¡Ah!
Guillermo soltó un grito desgarrador y se agachó, agarrándose la entrepierna. Su rostro se enrojeció como un tomate.
—¡Asqueroso!
Leticia soltó un bufido y salió de la habitación, topándose con Pedro, quien estaba escuchando a escondidas en la entrada.
—¿Qué estás haciendo?
—Nada, solo preocupándome por ti.
Pedro se encogió de hombros. Miró a Guillermo, que yacía en el suelo lamentándose, y un destello frío cruzó por sus ojos. "Menos mal que Leticia ganó; de lo contrario, habría tenido que romperle ambas manos a este gordito".
—He terminado lo que tenía que hacer, vámonos.
Sin querer decir más, Leticia empezó a caminar hacia afuera, con sus tacones altos y en mal estado de ánimo.
—¡Detente!
Guillermo, con un rostro distorsionado por la furia, se levantó:
—¿Te vas después de g