—¡Atrevido!
—¡Insolente!
Las palabras de Pedro, en un instante, hicieron que Jesús y los demás saltaran de furia.
¡Despreciar a la señorita de la familia Barajas es buscar la muerte!
—¿Te atreves a decirme que me vaya?
Después de un breve momento de sorpresa, Rosario se enfureció:
—¡Este plebeyo, realmente no distingue entre la nobleza y la plebe, audaz y presuntuoso! ¡Hoy debo enseñarte una lección! ¡Venid! ¡Capturadlo!
—¡Sí!
Inmediatamente, varios guardaespaldas no dijeron nada y se lanzaron hacia Pedro.
Solo para ver, una serie de sombras pasaron por delante, y los guardaespaldas que acababan de avanzar volaron hacia atrás, cayendo pesadamente al suelo, quedando inconscientes al instante.
—¿Qué?
La escena repentina dejó a todos estupefactos.
Todo sucedió tan rápido que no pudieron reaccionar.
Desde la orden de Rosario, hasta la acción de los guardaespaldas, y luego su desmayo, todo en solo dos o tres segundos.
Aún no habían entendido qué pasó y la pelea ya había terminado.
Era realm