Él estaba convencido de que ella había arruinado a Yolanda con sus propias manos, por lo que devolverle el daño era justo. Todo lo que le sucedía era merecido.
—Bzzz bzzz. — El ruido de una llamada interrumpió sus pensamientos. Y es por eso el pensamiento de Delicia ha podido salir de la desesperanza. Era Alejandro quien llamaba.
Ella Contestó: —Lo siento, estoy en el hospital ahora. —
—No hay problema, ya lo sé todo, — respondió Alejandro con voz calmada.
Las palabras de Alejandro dejaron a Delicia sorprendida, no esperaba que él estuviera tan informado. Era obvio que era gente de Néstor, entrenados para ser meticulosos y resolutivos.
Antes de que Delicia pudiera reaccionar, la voz al otro lado del teléfono continuó: —¿Cómo es la herida, es grave? ¿Necesitas que vaya? —
—No es necesario, iré a donde estas enseguida, — dijo Delicia, tratando de sonar tranquila.
—No te preocupes, primero debes cuidarte. Yo me encargaré de todo aquí. —
—Ya no me duele, — insistió Delicia. Sabía que, dado