Punto de vista de Serena
Entré en el despacho de Bill, esperando que pudiera ayudarme a aclarar mis ideas. La última vez que hablamos, sus consejos realmente me hicieron pensar de manera diferente, y quizás podría volver a hacer esa magia. Pero tan pronto como puse un pie dentro, noté que algo no andaba bien.
Estaba sentado en su escritorio, con aspecto tenso y frustrado, como si estuviera lidiando con algo que no podía quitarse de encima. Sin embargo, en cuanto me vio, intentó disimularlo, su rostro se iluminó un poco.
—Hola —dije, acercándome—. ¿Estás bien? ¿Qué pasa?
Negó con la cabeza, forzando una sonrisa. —No es nada, solo cosas del trabajo.
Pude notar que había algo más, pero no insistí. En vez de eso, acerqué una silla junto a él e intenté mantener un tono ligero. —Bueno, si estás seguro. En realidad, vine porque necesito un poco de tu sabiduría otra vez. Tienes un don para ponerle nombrar a las cosas.
Levantó una ceja, curioso. —¿Ponerle nombre a qué?
Me encogí de hombros, tra