«¿Sería madre? ¿Tendría un hijo de Arthur?»
Por instinto, se llevó las manos al vientre y no pudo contener las lágrimas. Pensó que permaneciendo en Londres no volvería a tener ningún contacto con el duque, y que, resolviendo el malentendido, sus lazos se cortarían para siempre; sin embargo, todo se complicaba cada vez más, porque ya no se trataba solo de ella y más que nunca debía resolver el asunto. Se secó las lágrimas y suspiró. Tenía que alimentarse bien para que su bebé creciera sano y fuerte como su padre.
Al terminar su sopa, recibió las instrucciones del médico que Amalia se encargó de memorizar. Más tarde, regresó a Lancaster House y se encontró con un Essex impaciente por partir.
—Lo lamento, milord, pero tuve un imprevisto —explicó, y miró extrañada a la mujer que estaba escondida tras él—. ¿Quién es?
—Es la respuesta a todas nuestras incógnitas, excelencia —respondió con satisfacción—. Es la antigua doncella de lady Susan, Maggie —informó.
Claire no pudo estar más feliz de