Audrey subió a la habitación de Connor con una taza de una deliciosa sopa de pollo y empujó la puerta para entrar, el hombre se veía ojeroso y pálido por la pérdida de sangre y los días sin tomar sol.
A Audrey le pareció que estaba más decaído que en el hospital y se preocupó, se suponía que le caería bien estar en casa.
— Te he traído algo para cenar, espero que te guste, lo preparé yo misma… — Dijo con un poco de modestia — Yo no soy tan buena en la cocina como Rosa, pero creo que no está tan mal — Ella sonrió y se acercó para poner la bandeja cerca de Connor en la mesita de noche.
Él ni siquiera volteó a mirarla, esta vez ella sí notó su acidez y no pudo interpretarla.
Ella se sentó en un lado de la cama junto a él y rodeándolo con sumo cuidado, arre