La mucama reparó en que Selene estaba examinando a los hombres de la revista que ella había dejado en la mesita de noche.
— Guapos, ¿eh?. —y suspiró con aire soñador, trazando con los dedos los músculos pectorales de un pirata que aparecía en una de las portadas. — Disculpe señora por mi falta.
— No te preocupes chica.
— Si alguna vez conozco a un hombre así, señora no le dejaré escapar. —añadió con una sonrisa la mucama.
— Sí, qué emoción.
Con aquellos angelicales rizos rubios y su figura curvilínea, su único hombre era Steven, Selene sonrió.
— Señora usted es muy hermosa, y además ama a su futuro esposo el señor Steven. —dijo la mucama Selene arrugó su nariz.
— Vamos señora yo quiero un hombre ideal pero no de fantasía, y no un que sea mentirosa señora también.
— Estamos hablando de hombres y no sé tu nombre, niña.
— Me llamo Nina soy la sobrina de la cocinera.
— Ya está bien y te gusta mucho ver, esas revista.
— Algunas veces me gusta verlas.
— Y te fascina entonces ver hombres así