Las palabras de Paz se clavaron como dagas en el corazón del joven, el rostro de Joaquín se hallaba lleno de lágrimas, lo limpiaba a cada instante con la mano.
—Dame otra oportunidad por favor… Vos me prometiste que no me ibas a dejar, ese es mi miedo... perderte.
—No me has perdido —confesó ella—. Yo voy a esperar por ti, quiero que cures tus heridas, que venzas tus temores, que aprendas a confiar en mí y que arregles tu estado civil, entonces ahí búscame yo te voy a estar esperando.
El corazón del joven se estremeció, se acercó a Paz y fue limpiando con sus pulgares las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
—¡No! —suplicó él con la voz entrecortada—. Vos sos tan bella, tan especial, tan diferente a las demás, que vas a encontrar