Joaquín Duque vive sumido entre sombras y remordimientos. Su existencia se resume a: mujeres, fiestas y derroche. María Paz Vidal es luz, alegría, seguridad, apareció para pintar de colores la vida gris de él; sin embargo él cree que ella es un lujo que no se puede dar. Dos seres distintos: Él es oscuridad. Ella es la aurora. Dos almas gemelas predestinas a estar juntos desde antes de nacer, pero: ¿Será suficiente el amor para rescatarlo de las tinieblas? ¿Podrá el amor vencer a la maldición que pesa sobre los miembros de la familia Duque? Obra registrada en Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador. ©Angellyna Merida, 2019. Registro de Safe Creative: Código: 1910082127863. Prohibida su reproducción total o parcial.
Ler mais"Sacar conclusiones apresuradas, nos puede llevar a la angustia sin razón" Anónimo.
Manizales- Colombia.
Las hojas secas y ocres que el otoño dejaba a su paso crujían bajo las pisadas del joven, quien se aferraba con suavidad a las pequeñas, manitos de las niñas que lo acompañaban. Caminaba a paso lento, y su mirada iba cubierta de melancolía, respiraba agitado, y el hondo vacío en su alma se hacía presente, como cada año, en aquella fecha.
Una vez que llegó a su destino, su mirada azulada se enfocó en las blancas y frías paredes de aquel lugar, entonces observó a las personas a su alrededor y asintió.
Las ágiles manos de unos músicos tomaron el arco y rasgaron las cuerdas del violín:
«Déjame llorar by Ricardo Montaner» empezó a sonar frente a la fría tumba del mausoleo de la familia Duque, por celebrarse un aniversario más de la muerte de una de las mujeres más importantes en la vida de Joaquín.
La melodía parecía traspasar aquellos fríos muros, y mezclarse con el sonido del viento:
«Iluminada y eterna, enfurecida y tranquila. Sobre una alfombra de hierba ibas volando dormida. Un imposible silencio enmudeciendo mi vida. Con una lágrima tuya y una lágrima mía»
Un indescriptible vacío se instauró en la boca del estómago del joven Duque, quien dejó caer su cuerpo en una de los escalones que daban a la puerta del mausoleo, entrecerró sus ojos por unos minutos mientras su respiración se aceleraba, entonces cuando abrió sus párpados la miró levitando:
El hermoso y largo cabello dorado de la mujer jugaba con el viento, la falda de su vestido blanco se agitaba con el vaivén de la melodía, su rostro seguía siendo tan hermoso tal como él lo recordaba, lo observaba con aquella amplia sonrisa jovial, y su mirada cargada de ternura se reflejaba a través de sus ojos llegando hasta su alma.
«Siempre cuidaré de ustedes, lo prometí» escuchó en un suave murmullo, entonces varias cálidas lágrimas brotaron de los ojos del joven Duque, de pronto unos tibios y pequeños brazos lo rodearon brindándole consuelo.
—No llores papi, nosotras te queremos mucho —se escuchó en la delicada voz de María Fernanda.
Joaquín abrió sus ojos y limpió con el dorso de su mano su rostro, estrechó a sus pequeñas hijas, conmovido hasta los huesos por su demostración de cariño, entonces les sonrió con ternura y las vivaces miradas azuladas de las gemelas se posaron en él.
—Es el momento de colocarle las flores que trajimos —comentó él aclarándose la garganta, entonces se puso de pie y con las manos temblorosas introdujo la llave en la cerradura del mausoleo.
—¿Por qué escogiste lila, papi? —preguntó Malú.
—Porque ese era su color favorito —expresó con la voz entristecida el joven.
—¿El próximo domingo le podemos poner flores rojas? —indagó Mafer.
—Sí mi princesa, el otro fin de semana le vamos a colocar rosas rojas — aseguró Joaquín a su niña, mientras pasaba su mano por la fría lápida y le dedicaba unas palabras en suaves murmullos.
—Papi —escuchó de nuevo y sintió las manos de sus hijas jalando de sus chaquetas.
—¿Qué sucede princesas? —cuestionó él inclinando su rostro para mirarlas.
—Dijiste que cuando cumpliéramos cinco años, nos ibas a contar cómo conociste a mi mamá, hoy es nuestro cumpleaños —comentó María Luisa.
Joaquín sonrió y las observó con ternura, su corazón se estremeció al volver al pasado, miró en el rostro de sus hijas a aquella chiquilla de sonrisa traviesa que le cambió la vida por completo, y que le convirtió en el hombre que hoy en día era, entonces pasó con dificultad la saliva y respiró profundo.
—Tienen razón, les voy a contar la historia de un Duque que andaba perdido en la vida, y tuvo la suerte de conocer a una hermosa reina que le alumbró el camino —mencionó suspirando, mientras acariciaba los rubios cabellos de sus hijas, entonces las pequeñas se aferraron a las piernas de él, y lo abrazaron con emoción.
Se sentaron frente al mausoleo y mientras empezaba a narrar la historia, la voz de las gemelas lo irrumpió:
—¡Ya volvieron! —gritaron las niñas.
La mirada de Joaquín se iluminó por completo, su corazón palpitó con fuerza abrupta, tal y cuál la primera vez que la conoció, ella caminaba hacía él, mostrando aquella amplia sonrisa que lo enamoró a primera vista.
—¡Papi! —gritaron los dos pequeñitos que se soltaron de los brazos de su madre y corrieron hacía él.
—¿Por qué demoraron tanto? —indagó abrazando a los chiquitines que se aferraron a sus piernas, y observando con profundo amor aquella verdosa mirada de su esposa.
—Porque estos duquecitos, luego de salir del baño se pusieron a correr por todo el cementerio —comentó ella algo agitada, y se acercó a él—. Escogiste una canción muy linda. —Lo abrazó, y acarició con ternura su mejilla.
—Ella se merecía eso y más —mencionó él, y la tomó de la cintura, la abrazó a su pecho y luego inhaló su aroma tan familiar—. Gracias a ella vos y yo estamos juntos.
La esposa del joven sonrió y su mirada mostró un gran destello de luz. Observó a lo lejos a la mujer levitando y le sonrió, y notó como ella los observaba mostrando en su rostro una infinita paz, y profunda felicidad.
—Cuando era niña prometí que me enfrentaría a brujas y dragones por rescatar a mi Duque, y lo cumplí —aseveró orgullosa, sintiendo su corazón agitado, se reflejó en la azulada mirada de él—, siempre encontraré la forma de regresar a tus brazos.
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¿Será que el amor triunfó y pudo acabar con la maldición que pesa sobre la familia Duque? ¿Creen en los milagros? ¿Son lectoras de poca fe?
¿Qué opinan? ¿Desean descubrir que sucedió? Lleguemos hasta el final. Les pido no sacar conclusiones apresuradas, lean con calma, y disfruten de la historia.
Si llegaste a esta historia y no leíste: Si me ves llorar por ti, no pasa nada, pero recomiendo hacerlo, para entender esta de mejor manera.
María Paz está por cumplir 17 años cuando conoce a Joaquín, él tiene veinte, sin embargo, en ese lapso ellos no sostienen ningún tipo de contacto sexual. A pesar de que la edad de consentimiento en el estado de New York es a partir de los 16 años Joaquín es un caballero y en ese tiempo, ellos se dedican a conocerse.
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Gracias por llegar hasta aquí, recuerden que todas las historias de la app, son de paga, así que deben desbloquear los capítulos, y si desean bonos pueden votar en este libro.
Queridos lectores mis duquecitos y yo les agradecemos por el tiempo que se han tomado en leer esta alocada historia. Espero la hayan disfrutado. Hay unos capítulos extras más de estos loquillos, pero los publicaré en el libro de Carlos Duque, que ya la pueden leer y titula: Hoy te vuelvo a enamorar. Por otro lado, no olviden seguirme en redes sociales: F*: Si me ves llorar por ti by Angellyna Merida. Les dejo de nuevo el orden de los libros: Un contrato por amor: Finalizado y publicado. (Historia de Nick y Ariadna) Déjame decir que te amo: En proceso. (Historia de los hijos de los protagonistas del primer libro) La esposa infiel: (Historia de Diana y Rodrigo Vidal
Las semanas transcurrieron las niñas fueron dadas de alta. Joaquín antes de llevarlas a la hacienda, pasó a la habitación de María Paz, quería que sintiera a sus pequeñas, quizás ellas le devolverían a la vida, acercó una a una a las niñas, fue entonces que observó a su esposa sonreír, él sacudió la cabeza, pensando que lo imaginó; de inmediato llamó al doctor que la revisara. El caso de María Paz estaba en manos del doctor Muñoz, uno de los mejores neurocirujanos del país. —¿Qué sucede? —preguntó al joven. —La vi sonreír —dijo él acomodando a sus niñas en el portabebés. El médico le pidió que saliera, para examinar a la paciente. Mientras esperaban noticias Diana y Mariana, les daban el biberón a las pequeñas, que empezaron a llorar de hambre. —¿Estás seguro de que sonrió? —preguntó Rodrigo. —Sí
«—Lo siento...—dijo el médico y Joaquín no esperó que terminara de hablar, corrió al quirófano»El joven Duque abrió las puertas de golpe, parpadeó al mirar que el monitor cardíaco emitía frecuencia.—¿Qué pasa? ¿Está respirando? ¿Está viva? —inquirió a una enfermera.—Está viva... Ya mismo viene el doctor Botero a explicarle —indicó la joven, entonces con el corazón temblando, se acercó a su esposa, la tomó de la mano.—¡Mi reina! Soy yo... Tu Duque, por favor despertate...no nos vayas a dejar te lo suplico.Joaquín se acercó le dio un beso en los labios; pero ella no reaccionaba, entonces el doctor ingresó, y el joven lo mir&oa
Mientras el nerviosismo reinaba entre todos. María Fernanda y María Luisa, saludaron con el padrino de su mamá el agente García, quien estaba acompañado de uno de sus nietos, quién tenía trece años de edad en ese entonces. —Mafer, Malú: Les presento a Emiliano, mi nieto, él quiere convertirse en catador de café. Las niñas se quedaron pensativas observándose entre ellas. —Vos no puedes ser primo de nosotras, porque solo los hijos del tío Nando y la tía Isabela, son nuestra familia —expresó María Fernanda. —Ellos no son mis papás, así que nosotros no somos familia —afirmó Emiliano; entonces Mafer y Malú se observaron entre ellas, cómplices como siempre; alguna travesura tenían en mente y su nueva víctima ante sus ojos, las dos sonrieron con picardía, mientras el jovencito las observaba con atención. —¿Quién es quién? ¿Cómo las reconocen sus padres?
El trinar de las aves se mezclaba con las risas de los chiquillos que a temprana hora despertaban a todos en la Momposina. Aquella mañana los rayos del sol irradiaban con fuerza. Para Joaquín Duque, su sueño se había hecho realidad, tenía a su lado a la mujer más maravillosa del mundo: buena, noble, comprensiva, cariñosa e inteligente, le había dado la dicha más grande para un hombre el ser padre de tres hermosas niñas y dos guapos pequeños, a quienes amaban con toda su vida. Cada día contemplaba el hermoso rostro de su mujer y le brindaba un beso en la frente, sin embargo, esa mañana al despertar, ella no amaneció a su lado, se despabiló recordando en evento que tenían más tarde; apenas se levantó fue en busca de su mujer y como supuso la encontró en la habitación de María Joaquina, la menor de sus hijos, quien tenía dos años y medio. —¡Papi! —exclamó la pequeña al verlo, y sus vivaces ojos azules se enfocar
—Desde aquella vez, aprendimos a ser más fuertes —intervino María Paz—, pensé que me iba de este mundo, estuve en coma casi un mes, pero el amor de este hombre, quién no dejó un solo día de visitarme, de hablarme, de dedicarme canciones, y gracias a su valentía, perseverancia y a una promesa que le hice, regresé a su lado —expresó la joven suspirando—. Siempre debemos luchar por nuestros sueños, vale la pena intentarlo. —Sonrió y miró a Joaquín, y él no se contuvo y la besó en delante de toda la gente. —¡Qué asco! —susurraron las gemelas. María Paz y Joaquín se separaron y carcajearon. Enseguida el joven Duque tomó en sus manos el frasco de café y lo presentó al público. —Hace años mi padre. —Señaló hacia donde estaba don Miguel, quien se puso de pie para saludar—. Fundó el consorcio colombiano de café: Alma mía en honor a mi madre —narró—. Y hoy yo les presento ante t
Último capítulo