Esas palabras retumbaron en la cabeza de Santiago quien como una fiera saltó en contra de su amigo. Lo agarró del cuello y estuvo a punto de propinarle un golpe, cuando a su mente se vinieron los recuerdos de haberlo visto llorando y sufriendo por una mujer, entonces Santiago lo soltó, y en ese preciso momento apareció María Paz.
—¿Qué haces? —cuestionó a su hermano.
—¡Golpéame Santiago! —exclamó Joaquín—, me lo merezco...
—Aquí nadie va a golpear a ninguna persona —advirtió María Paz. —¿Por qué están discutiendo? —investigó.
—¿Qué pasó entre ustedes? —inquirió Santiago muy enojado con su hermana.
—Lo que haya sucedido entre él y yo es pro